"EXPOSICIÓN: Pascual de Cabo".

No vigente.

Desde el 4 de diciembre hasta el 11 de enero tenemos en la galería del museo una muestra de la obra del pintor Pascual de Cabo. 
El universo de Pascual de Cabo es sumamente singular; pintor de todos los registros, el artista De Cabo encarna al mismo tiempo la sensibilidad del pintor, el rigor del dibujante, la composición del técnico y la entonación del cromático. El género del retrato a día de hoy se encuentra denostado, por la sencilla razón de que el oficio desaparece, la ignorancia y la impotencia se tornan bilis. Por ello el mérito de Pascual es el de ser la última reserva espiritual de occidente. Pascual de Cabo cultiva este género desde su infancia, sorprendiendo a propios y extraños de que un niño dibujara rostros de gran parecido. Desde entonces, a los retratos de Pascual se le ha sumado el nervio de su pincelada, sin perder un ápice la sensibilidad de su visión.
En la muestra que presenta, Pascual desarrolla un nuevo concepto del retrato, sin abandonar lo clásico, pero introduciendo un guiño de modernidad, sobre la base del blanco y negro, con una nota de color, descansando fundamentalmente sobre la técnica del carboncillo. Así, en estos retratos Pascual de Cabo regresa a los orígenes, al dibujo, al carbón y al claro oscuro. Porque recuérdese que el maestro Da Vinci basó los retratos en el chiaro oscuro. El retrato es sumamente desagradecido, porque el interés se centra en el parecido. Y se olvida que el retrato es una obra de arte en sí misma, cuya calidad se aprecia –o debiera apreciarse- por su calidad técnica y no por la similitud –mucho menos por el realce de la belleza- con el modelo. No en vano el retrato es el tormento de cualquier pintor. En cambio, Pascual de Cabo, nuestro Pascual, acoge el retrato con el entusiasmo y la ilusión de aquel niño que pintaba con un carboncillo en las paredes de su casa, haciendo de rabiar a su madre.