Nuestros orígenes









La primera recopilación de algunos datos referentes a la prehistoria nos la ofrece Rubio de la Serna en 1900, en su libro «Monografía de la Villa de Vélez-Rubio y su comarca». En ella señala los descubrimientos de algunas hachas de piedra, generalmente de diorita y algunas puntas de flecha de pedernal. Estas notas son recogidas y ampliadas por Palanques Ayén en su «Historia de Vélez-Rubio» escrita en 1909. Por aquel entonces escribía Rubio de la Serna con respecto a las hachas de piedra: «Conocida es la opinión, especie de superstición, que atribuye a aquellas piedras un origen atmosférico o meteórico, creyendolas exhalaciones caídas durante una tempestad; y de aquí el denominarlas centellas o piedras de rayo, de relámpago y de trueno». Afortunadamente, desde entonces, la arqueología ha evolucionado y hoy nos permite acercanos al estudio de nuestra prehistoria de una manera más racional.
Dado que no podemos extendernos en demasía, señalaremos algunos de los aspectos más interesantes de la reciente investigación. En el término municipal se conocen en la actualidad yacimientos arqueológicos que nos permiten afirmar que desde hace más de treinta mil años estas tierras estuvieron ocupadas por el hombre, explotanto sus recursos, prácticando la caza y la recolección. Faltan testimonios del Paleolítico superior que, sin embargo, está muy bien representado en la cercana Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco).
Pero sí se han localizado yacimientos del Neolítico, en los momentos en los que ya se practica una economía de producción y se había sedentarizado la población. La excavación del Cerro de Los López, realizada en 1986, permitió conocer cómo eran las cabañas de aquellos momentos. Realizadas con zócalos de piedra y con paredes formalizadas con postes de madera, cañizo y cuerdas, recubiertas de arcilla y con un hogar central. La cerámica, la industria lítica y los restos de fauna nos permiten asegurar que ya se practicaba la agricultura y se dominaba la domesticación de los animales, aunque todavía se seguía cazando.
La gran sepultura megalítica nos habla también del enterramiento colectivo de sus muertos, en un ritual cargado de simbolismo del que aún se nos escapan importantes aspectos.Hacia la mitad del tercer milenio (2500 antes de nuestra era), se produce un incremento de población, a juzgar por los yacimientos documentados en la Edad del Cobre, cuando el hombre empieza a dominar los primeros trabajos metalúrgicos.Algunos yacimientos, como el Cerro Redondo, se localizan en la próximidad de las brechas de malaquita del Cerro de las Minas. Otros, como el de Venta Picolo, excavado con motivo de la realización de la autovía, han aportado importante documentación sobre la organización de los poblados en esta etapa.También son numerosas las evidencias de la ocupación en la Edad del Bronce, encontrándonos frente a un vacío poblacional en la etapa ibérica. Por su parte, la romanización está muy bien documentada, tanto a través de las fuentes, con el paso de la Vía Augusta, recogida en el Itinerario Antonino, de la que han aparecido miliarios en la Rambla de Chirivel y en las faldas de la Sierra de las Estancias, como por las evidencias de población dispersa documentada en las prospecciones arqueológicas y la excavación del cercano yacimiento de El Villar (Chirivel).


"Plaza"

También son numerosas las evidencias de la ocupación en la Edad del Bronce, encontrándonos frente a un vacío poblacional en la etapa ibérica. Por su parte, la romanización está muy bien documentada, tanto a través de las fuentes, con el paso de la Vía Augusta, recogida en el Itinerario Antonino, de la que han aparecido miliarios en la Rambla de Chirivel y en las faldas de la Sierra de las Estancias, como por las evidencias de población dispersa documentada en las prospecciones arqueológicas y la excavación del cercano yacimiento de El Villar (Chirivel).

"Vista general"

Son numerosos los enterramientos tardorromanos localizados en el término municipal. Tangencial al actual núcleo urbano en las Peñicas, se descubrió, en 1986, un sillar y un fragmento de fuste decorado perteneciente a una iglesia visigoda cuya ubicación no debió de estar muy lejos. Sin embargo, las evidencias materiales más tangibles del paso de la historia son las grandes construcciones, fortalezas y torres, correspondientes a la etapa musulmana. Dominando la vega, la fortaleza de Velad Al-Hamar (El Castellón), centro neuralgico de la población hasta final del siglo XV. Vigilando las tierras fronterizas, la Atalaya del Charche y la de Fuente Alegre, componentes fundamentales del sistema de vigilancia de la frontera nazarí.Como señalábamos anteriormente, a final del siglo XV, con la caída del reino nazarí y la nueva ocupación del territorio, se abandona el asentamiento de El Castellón y se desarrolla la primera trama urbana del actual núcleo de Vélez Rubio. Comienza así la historia un casco urbano que camina hacia la declaración de Conjunto Histórico Artístico.